Los límites éticos a la investigación son una serie de principios y normas que impiden que se utilice la ciencia en detrimento del ser humano o el entorno. Por ejemplo, un límite ético para muchos científicos es no experimentar con animales vivos. Para otros el límite es no investigar con seres humanos o con niños; estos límites dependen de cada persona y cultura.
La ciencia siempre se debe utilizar para mejorar la sociedad y promover el saber. Esta permite buscar la solución a problemas aparentemente insolubles. En los últimos tiempos ha llegado a tal avance que permite reproducir y modificar procesos normalmente naturales.
La clonación, la experimentación con células embrionarias o los cultivos genéticamente modificados plantean un debate social de hasta qué punto puede llegar la ciencia en la resolución de sus problemas.
Los límites vienen intrínsecos al delimitar hasta donde queremos llegar en el saber, sin cruzar la línea de la destrucción para llegar a saberlo. No son algo negativo, sino positivo, ya que la idea de que se pueda investigar, implica que hay algo por descubrir.
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